La concepción industrial del nacionalsocialismo, la expresa Hitler en estas palabras: «Lo que nosotros en torno nuestro contemplamos como inventos materiales, todo es resultado de la fuerza creadora y de la capacidad de cada persona... Todos estos inventos sirven, en su más profunda significación para un desenvolvimiento humano altamente realizado».
La técnica en su manifestación actual, se muestra en la industria, principalmente y está enlazada con el rentabilismo capitalista y subordinada a él, y ésta, a su vez, manejado por el espíritu judaico-materialista.
La técnica lo influye todo, hasta los dominios del arte, la misma música no se substrae a aquélla, y viene a ser el supuesto del progreso en casi todos los órdenes. La evolución de la economía nacional alemana, que de agraria se ha convertido en industrial, a la técnica es debida. El imperio británico, desparramado por el globo, no sería posible sin la técnica que consolida su cohesión. Pero todo ese colosal desarrollo de la técnica no tiene otro fin que el de proveer a la necesidad cotidiana de la alimentación a cubrir nuestras necesidades materiales. Pero la banca y la bolsa judía dominan la industria, que, con la inflación, se vio obligada a humillarse, so pena de desaparecer. Aprisionada así, la industria no puede cumplir la finalidad que naturalmente le está asignada, o sea: la productividad más abundante y completa de bienes, regida por la idea de proporcionar a todos los hombres la mayor participación posible en tales bienes y emanciparles en lo posible de los esfuerzos corporales, fomentando, al mismo tiempo, el desenvolvimiento de la cultura. Pero tiranizada la industria, lo que se procura es que dé la mayor cantidad posible de dinero; no que realice un servicio, sino un gran beneficio;procurar la mayor rentabilidad en beneficio de un pequeño y anónimo círculo de propietarios.
La posición del nacionalsocialismo está simbolizada en su afirmación fundamental: emancipación de la servidumbre del interés.
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