sábado, 28 de septiembre de 2013

La política agraria

El nacionalsocialismo, lejos de intentar proletarizar a la sociedad, impulsó la formación de nuevos grupos selectos. Puesto que consideraba a la agricultura como base de la economía, en el campo, constityó una clase privilegiada de labradores cuyas haciendas formaron bienes de familia inalienables, indivisibles y transmisibles por derecho de mayorazgo.

El nacionalsocialismo adopta una posición decididamente proteccionista respecto de la agricultura y en cuanto a la distribución de la propiedad rústica sigue el criterio de combatir la rentabilidad, asegura la tenencia familiar y reunir la condición de propietario y trabajador. Los casos de expropiación y hasta sin indemnización, están claramente consignados en el programa de los 25 puntos. Pero, posteriormente a éste, el partido hizo una declaración extensa sobre la cuestión agraria alemana (marzo de 1930) y sobre los trabajadores del campo, que, sintéticamente, se exponen a continuación.

El pueblo alemán cubre una gran parte de sus necesidades alimenticias con la importación de subsistencias; esta importación la pagaba con el producto de su comercio exterior, con la exportación industrial o con los capitales alemanes colocados en el Extranjero. Pero actualmente Alemania paga esa importación de subsistencias con el dinero que toma a préstamo en el exterior, principalmente. Si falta el crédito, se interrumpe el aprovisionamiento y entonces el proletario alemán, principalmente, tiene que trabajar a bajo precio o emigrar. La liberación esta en que la tierra alemana produzca lo necesario. Hay que aumentar el rendimiento de la agricultura nacional. Fuente de renovación juvenil es la población campesina. Sus peligros son también amenaza para el Estado alemán.

Pero el mayor rendimiento agrícola tiene como obstáculo la falta de maquinaria, dado el endeudamiento del labrador y la falta de cultivos remuneradores. Por otra parte, la presión tributaria es agobiadora; la concurrencia extranjera poco evitada; las ganancias del gran comercio intermediario, excesivas y en manos de los judíos; los precios por abonos y fluido eléctrico, en manos de consorcios judíos, usurarios... El labrador no hace más que contraer deudas.

Se procuraba que cada terrateniente administrara la explotación en beneficio del aprovisionamiento de todo el pueblo, y sólo los compatriotas alemanes debían poseer la tierra. La posesión jurídica del suelo debe ser hereditaria, para bien general. Se creaban tribunales en la clase agraria para que ello se cumpla, constituyéndose con labradores y representaciones del Estado. Supresión de la especulación de tierras y de rentas para el poseedor inactivo; el Estado tiene derecho de opción en toda venta de tierras; prohibición de constituir hipotecas a favor de prestamistas privados; autorización para el crédito a sociedades agrícolas y del Estado; impuesto sobre el producto conveniente, con exclusión de los demás; coexistencia de diversas magnitudes de propiedad agrícola que cumplen su función; derecho de Anerbe (institución vinculadora del derecho alemán sobre tierras, para evitación de la pulverización de la propiedad agrícola y endeudamiento de la misma); derecho de expropiación, con indemnización adecuada de las tierras no poseídas por compatriotas, mal cultivadas o grandes propiedades no cultivadas por sus propietarios y destinadas a colonización interior, por causa de utilidad pública. La colonización interior se administrará por el sistema hereditario, examinando las condiciones de los labradores, teniéndose en cuenta a los hijos del labrador establecido no herederos.

La mejora de los campesinos se perseguirá mediante la desgravación tributaria, evitación de deudas, rebaja del interés de los préstamos estímulos a la remuneráción del cultivo, proteccionismo aduanero, eliminación de la especulación bursátil de los productos agrícolas y de la explotación de los agricultores por el comercio al por mayor de sus productos y su substitución por asociaciones agrícolas fomentadas por el Estado; suministro de maquinaria, abonos, semillas y ganado a precios ventajosos, mejoramientos; extinción de plagas, informaciones e investigaciones agronómicas del suelo, gratuitamente. Los trabajadores del campo serán admitidos, mediante contratos de trabajos justos, en las asociaciones de campesinos; el Estado será el inspector y juez supremo. Los trabajadores que descuellen serán preferidos para establecerlos como colonos y la mejora de la habitación y del salario para los trabajadores ha de constituir una rápida realización. Fomento de la enseñanza agrícola y de la cultura campesina.

Hitler termina su declaración diciendo que es un desatino creer que se puede excluir ninguna clase profesional de la comunidad popular y que es un crimen lanzar a los campesinos contra las ciudades, pues las dos partes, para florecer, han de ser conjuntamente.

Después de lo consignado en el programa y en las declaraciones posteriores de Hitler sobre la cuestión agraria alemana, y luego de haber expuesto el comentario explicativo de la posición del partido respecto de la cuestión referida, conviene tener en cuenta algunas opiniones recomendables de la literatura nacionalsocialista, aunque sólo sea para orientar al lector en sucesivos estudios.

Hildebrandt expone en una monografía sobre el nacionalsocialismo y los trabajadores del campo la vida del campesino alemán con tétricos colores. Pobreza, ignorancia, desamparo por todas partes en el hogar campesino. «En la casa del trabajador el joven bebe desde pequeño el veneno del odio, cuando ve al padre sentarse a la mesa lleno de preocupaciones y a la madre vagar por la casa con ojos llorosos» Tal estado de cosas, en el campo alemán, no mejoró con la revolución, y, a pesar de las huelgas alentadas por los social-demócratas, ninguna utilidad para la masa de trabajadores se ha obtenido. Claro que los marxistas se han aprovechado de tal situación, pero sin mejorarla, porque la democracia liberal judaico-capitalista del mes de noviembre ningún interés tiene en la formación de una clase campesina fuerte y sana.

Después de una descripción detallada de la vida del trabajador del campo, vivida por el mismo autor que de él procede, afirma: «Nuestros padres fueron social-demócratas y nuestros hermanos todavía en parte lo son. En estas luchas, nos encontramos con Adolfo Hitler; él nos enseñó a amar la patria alemana con el alma popular, cosa que no fue para nosotros difícil de comprender, porque nos acordábamos de nuestra juventud; escuchábamos aún el rumor de los bosques y nos acordábamos de los juegos felices en medio de libre naturaleza patria; cuando ya fuimos hombres y la vida de guerra quedó atrás, buscamos el socialismo para poder tener una parte en esa patria, en esa tierra natal. Después de habernos hecho hombres en las trincheras, no quisimos ya arrastrar el dogal de la esclavitud ni tolerar que nuestra sangre fuese absorbida por una fauna liberal burguesa.

Buscamos al socialismo alemán y otra vez tropezamos con Adolfo Hitler; él nos hizo ver claramente que no es socialismo lo que el marxismo propaga desde hace ya muchos años, especialmente el ver un robo en la propiedad, y nos enseñó otro camino. Los alemanes debíamos prepararnos para rechazar lejos de nosotros a los bebedores de sangre; que anualmente sacaban millones y millones de las heridas del pueblo. El verdadero socialismo alemán conduce a esto: a posibilitar la mejora de posición a todo ciudadano y compatriota alemán bajo el gobierno alemán del Estado, socialismo que se garantiza mediante la unión de los compatriotas de todas las clases sociales, impedida por el aborto liberal burgués y por el marxismo».

La predisposición de ánimo del nacionalsocialismo se refleja en la monografía de J. Dorner, que no siendo programática expresa bien el punto de vista del partido en variadas propagandas.

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