“en la vida del pueblo, el destino de éste no se halla determinado por la economía, sino por la intensidad que reviste su decisión de vivir. Y la manera de vivir de un pueblo no está determinada por la forma de su organización económica, sino por su voluntad en la realización de su sentimiento, del derecho y de la libertad. Si un pueblo tiene la inquebrantable resolución de dar a su propia vida una configuración socialista, las formas de su desenvolvimiento económico, las de las empresas y de otras organizaciones para determinados fines, surgen después espontáneamente sin que sea menester aplicarles de nuevo una norma especial” Bernhard Köhler
Absolutamente todas las doctrinas políticas, con el capitalismo y sus vertientes por un lado y el marxismo y sus derivados por el otro, han valorado en demasía la economía y sus leyes mientras dejaban al mundo de las finanzas y su capital decidir sobre el trabajo y los valores del pueblo. Tanto el comunismo como el capitalismo han hecho de una próspera economía y de la adquisición de bienes un objetivo que ha despertado sólo la ambición y el egoísmo en los hombres. El nacionalsocialismo, en cambio, pone en primer lugar el trabajo y el bien de la comunidad porque estos despiertan el sentimiento de la propia fuerza y propia capacidad para realizarse como individuos y los sentimientos de solidaridad y sacrificio por un bien común y una herencia y unos valores por los que se sienten unidos. Para el nacionalsocialismo la economía y el dinero pasan a ser apenas unos dóciles siervos de los deseos del trabajo, del crecimiento y libertad de su comunidad. Nada tienen que imponerle a su voluntad de vivir bajo las leyes divinas en armonía con la propia naturaleza, y será esta voluntad la que determine la prosperidad del pueblo, no su economía.
Bajo el imperio de las leyes económicas sólo se logró sumir a los pueblos en la injusticia y la falta de libertad. Con el pretexto de tener que rendir culto a la razón económica, la falta de honradez, el incumplimiento de los contratos, la mala fe, el fraude, la explotación, la astucia, la falsificación y la deslealtad, pasan a invadir la vida toda de los negocios.
El socialismo del Tercer Reich, en cambio, puso antes que nada el respeto de los más altos valores que el pueblo portaba en su sangre y tuvo siempre como objetivo el bien de la comunidad prohibiendo toda práctica deshonesta. Para él, la lealtad es uno de los más altos valores de la sangre alemana y “el socialismo es la lealtad del pueblo para consigo mismo.”
El socialismo del Tercer Reich, en cambio, puso antes que nada el respeto de los más altos valores que el pueblo portaba en su sangre y tuvo siempre como objetivo el bien de la comunidad prohibiendo toda práctica deshonesta. Para él, la lealtad es uno de los más altos valores de la sangre alemana y “el socialismo es la lealtad del pueblo para consigo mismo.”
“Pero, con el derecho al trabajo las circunstancias se invierten totalmente. El trabajo no precisa ya solicitar la aquiescencia del capital. Bajo la protección de las leyes dictadas por el Estado de un pueblo consciente de sus deberes y de su dignidad, el trabajo ha salido ya para siempre del mercado, en tanto que el capital se halla ahora en él y encuentra aplicación tan sólo cuando el trabajo quiere utilizarlo.” Köhler
Numerosos lectores, por ingenuidad, recurren a libros escritos por analistas, historiadores y economistas que no son objetivos al detallar la manera en que funcionaba la economía en el Tercer Reich. Por desgracia, las fuentes para entender la economía Nacional Socialista son escasas y generalmente las "fuentes" más disponibles y numerosas son obras de "expertos" en economía naci (nazi con "C") que suelen ser anglosajones capitalistas, académicos ingleses en particular, o historiadores alemanes vendidos a los premios internacionales y sometidos a la corrección política. Como ejemplo de estos personajes tenemos a Adam Tooze, pez gordo de la London School of Economics, un centro neurálgico de la ideología globalista donde estudiaron tipos como George Soros, David Rockefeller y Hayek. Su libro "The wages of destruction" ganó un premio Wolfson, establecido por la Fundación Wolfson, establecida a su vez por "sir" Isaac Wolson: http://en.wikipedia.org/wiki/Isaac_Wolfson
Los ignorantes en el tema defienden que el NS era un sistema Keynesiano, sin embargo habría que aclarar los siguientes puntos:
1- Keynes no abolió el patrón-oro.
2- Keynes no instauró el patrón-trabajo.
3- Keynes no abolió el interés del dinero y la especulación (usura).
4- Keynes no consiguió que EEUU llegase al pleno empleo a pesar del enorme tamaño del país y su disponibilidad ilimitada de materias primas.
5- Comparar el Keynesianismo con el socialismo alemán es como comparar manzanas con piedras.
2- Keynes no instauró el patrón-trabajo.
3- Keynes no abolió el interés del dinero y la especulación (usura).
4- Keynes no consiguió que EEUU llegase al pleno empleo a pesar del enorme tamaño del país y su disponibilidad ilimitada de materias primas.
5- Comparar el Keynesianismo con el socialismo alemán es como comparar manzanas con piedras.
Alemania en su comercio internacional empleaba generalmente el trueque
directo. El hecho permanece que a Alemania ese sistema le fue muy bien, tanto que consiguió el pleno empleo mientras el resto de países capitalistas estaban en lo más profundo de la gran depresión y sólo pudieron salir de ella montándose una guerra. Hitler, desoyendo consejos, siempre se negó a aceptar empréstitos de instituciones bancarias extranjeras, lo cual significaba que la alta finanza de Wall Street y la City Londinense no tenían ningún poder sobre el cerrado circuito monetario alemán. Alemania podía crear todo el dinero que quería siempre que la emisión de moneda equivalga al valor de los bienes y servicios producidos. A eso se le llama patrón-trabajo (o riqueza).
La mayoría de la gente no concibe otra forma de dinero que la usura, es decir, la deuda a interés, y piensan que toda forma de dinero creada es así, pero no. En la Unión revolucionaria de 1776, en la Unión de Lincoln y en la Alemania del Tercer Reich, esto no era así.
Los alemanes en el Tercer Reich no estaban endeudados, es difícil de entender porque el concepto es totalmente distinto al de la economía actual donde el banco crea dinero de la nada al generar un crédito y el Estado se lo fabrica, entonces se lo presta a interés a los ciudadanos de ese Estado o al mismo Estado. El Estado alemán simplemente dedicaba ese mismo dinero creado de la nada a financiar proyectos empresariales productivos directamente sin pasar por la banca privada.
Si la masa monetaria aumenta en proporción a la producción no hay inflación. Esta sólo se produce cuando el aumento de la masa monetaria es mayor que el de la producción. Ese dinero de nueva creación era retirado de la circulación conforme iba siendo devuelto para evitar que la primera pudiera superar a la segunda. No hubo inflación en al Alemania del Tercer Reich.
Si la masa monetaria aumenta en proporción a la producción no hay inflación. Esta sólo se produce cuando el aumento de la masa monetaria es mayor que el de la producción. Ese dinero de nueva creación era retirado de la circulación conforme iba siendo devuelto para evitar que la primera pudiera superar a la segunda. No hubo inflación en al Alemania del Tercer Reich.
Se puede entender de forma sencilla con este ejemplo. Imaginar que se es un dirigente nacional y se tienen a X hombres desempleados que pasan el día ociosos, madera, carbón y hierro. Todos esos recursos (mano de obra incluida) son valiosos pero no se dispone de capital para ponerlos a fabricar alguna cosa, además también hay materias primas de las que se dispone.
En una economía social-marxista los pones a trabajar para el Estado sin paga si es necesario y la fábrica resultante es de propiedad estatal con los consabidos problemas e ineficiencias que ello genera -aunque es mejor que tenerlo ocioso-, por suerte dispones de un inmenso territorio rico en materias primas, acuerdos con otros países de la órbita socialista y los capitalistas te regalan algunas más porque tenéis un enemigo común.
En una economía capitalista actual pides un crédito (directa o indirectamente a la finanza internacional) y te prestan a un % de interés (en la época más bien usurario) el capital (que ellos crean casi de la nada Banca de reserva fraccional) que necesitas para poner a trabajar a esos empleados, comprar la materias primas que te falten, y producir algo, después gran parte del beneficio irá a pagar el crédito y los intereses probablemente de forma crónica sin que los prestamistas hayan producido absolutamente nada. Esto además plantea el problema de que si tus políticas no son del agrado de la finanza internacional esta te puede retirar el crédito y ahogar tu economía, además de prestar a tus enemigos, como fue el caso con la Alemania del Tercer Reich.
Dentro del sistema capitalista además existe la opción "keynesiana" que es que el Estado se endeude mucho con los prestamistas para generar empleo (normalmente vía obra pública) para hacer crecer la economía esperando que esto la reactive dándole un impulso en épocas de recesión, el problema es que endeudarse mucho también genera muchos intereses que se van a cobrar esos prestamistas, además de dejarte a merced de ellos y de la habitual mala gestión, derroche y falta de incentivos por parte de los funcionarios de las democracias liberales. Esta opción es la que dibujan erróneamente como la nacionalsocialista la mayoría de autores pro-sistema.
Y luego está la opción nacionalsocialista. Coges a los trabajadores desempleados, las materias primas de las que ya dispones y empresarios sin capital, y (en lugar de esperar que los prestamistas creen dinero de la nada para prestárselo a interés a tus empresarios) creas tú directamente como Estado ese dinero y se lo prestas directamente y sin interés a los empresarios, cuando empiezan a producir y lo van devolviendo lo sacas de la circulación para no generar inflación si no hay recursos ociosos que poner en funcionamiento. Después, las materias primas de las que no dispones en tu territorio las obtienes a través de un sistema de trueque por el cual tu entregas a países no-alineados o aliados pricipalmente productos manufacturados a cambio de materias primas.
Así has puesto a producir a millones de desempleados que antes comían y se vestían sin producir nada, no te has endeudado con la finanza internacional ni dependes de esta ni estás ahogado por el pago de intereses, y la producción no es tan ineficiente como en un sistema comunista porque al empresario al que has prestado dinero le interesa que su negocio sea próspero y existe competencia y un sistema de precios.
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